Quantcast
Channel: Las Horas Perdidas » Hugh-Jackman
Viewing all articles
Browse latest Browse all 20

X-Men: Días del Futuro Pasado

$
0
0

El regreso de Bryan Singer a X-Men, motivado entre otras cosas por la salida de este proyecto de Matthew Vaughn, ha sido un motivo de alegría para los fans de una saga de superhéroes que ha sido vital para la iniciar la moda de las pelis de este subgénero que tan vital se ha vuelto los últimos 15 años y que ha sido, también, uno de sus mejores referentes pese a algún patinazo imperdonable (X-Men Orígenes: Lobezno). Pero si algún mérito tiene esta saga y en concreto Singer, es el de haber sido capaz de manejar con gran acierto el componente coral de un género que tradicionalmente, al menos en el cine, se ha debido a un único héroe, si acaso con un compañero en plan buddy movie (Batman Forever y Batman & Robin). Si X-Men fue un agradecido inicio en esta dinámica coral, X-Men 2 supuso el gran triunfo de Singer, que consiguió dotar a la secuela de aquello que en la primera parte se intuía pero no terminaba de consolidarse. Un equilibrio genial entre acción, tramas y personajes que, sin embargo, aquí se tambalea.

X-Men: Días del Futuro Pasado nos sitúa en un futuro en el que hay un auténtico genocidio mutante. La especie superior está a punto de sucumbir definitivamente a los centinelas, unas máquinas perfectas, adaptables y que acojonan casi como dementores. Un comienzo que nos recuerda increíblemente al prólogo Terminator, pero potenciado con una estupenda secuencia de acción. La única solución posible pasa por enviar la conciencia de uno de los héroes al pasado y cambiar la historia que permite la creación de los centinelas. El personaje capaz de soportar semejante viaje es, cómo no, Lobezno.

futurepast1

Este inicio prometedor muestra también los primeros síntomas de que esta película pretende hacer algo complejo y su miedo a que esa complejidad no se entienda, lo que lleva a una escena hiperexplicativa donde se condensen todos los detalles del viaje, su objetivo, sus efectos secundarios y la elección del viajero. No será, sin embargo, la única de este tipo, aunque sí la más obvia.

A partir de aquí la película nos ofrece un estupendo viaje al pasado, el reencuentro con los personajes de X-Men: Primera Generación y una primera parte muy dinámica que tiene, con diferencia, los mejores momentos de la película. El director se encuentra cómodo contándonos una minitrama equiparable a las clásicas películas de robos para reunir a los protagonistas que llevarán, en adelante, el peso de la película. Singer se divierte y nos regala, seguramente, el mejor descubrimiento de la película: Quicksilver. Outsider, descarado, impertinente y bromista, se echa la película a la espalda y culmina su show en la mejor escena de la película. Sin embargo, su aparición no es más que un agradecido paréntesis antes de que la película recupere un tono más serio y, sobre todo, rutinario y apresurado.


Posiblemente la trama con más posibilidades la saga, con el destino como principal enemigo, pero se acaba optando por sacrificar complejidad y personajes a cambio de un ritmo ágil.


Es una pena que, quizás intentando no ser otro blockbuster de más de dos horas y queriendo convertir al destino inminente en el verdadero villano, se sacrifique el interés que despiertan sus personajes en pos de un ritmo muy rápido y un sentido de urgencia comprensible pero que capitaliza en exceso la película. Lobezno se convierte en un personaje bisagra más que el protagonista que es al principio, Magneto queda reducido a su mínima expresión (el tipo que odia a los humanos), Mística hace la función de una bomba con una cuenta atrás, el presunto villano, Bolivar Trask, es un mero engranaje en la trama y Charles Xavier, que es sobre quien se intuye que la película quiere poner su peso, no termina de tener toda la presencia que requiere. En la escena más relevante para este personaje, que es el que afronta el cambio más profundo con diferencia, la película no es que pase de puntillas, pero tampoco se esfuerza en ofrecer algo especial cuando lo está pidiendo a gritos. Más allá de cierto juego de distorsión de la imagen al inicio de esa escena, en la que confluyen dos realidades y dos personajes que son uno, la cosa deriva en un mero diálogo, de nuevo más explicativo que otra cosa, y de ahí, corriendo como si le quemara el culo a retomar la trama principal.

futurepast2

Al parecer han quedado bastantes minutos en la sala de montaje, intuyo que muchos serían necesarios para que personajes relevantes no parezcan más que invitados de conveniencia, casi como ese primo de tu madre al que no has visto en años y aún así tienes que invitar a tu boda. Personajes como Tormenta, Kitty Pride o Iceman merecían un poco más de mimo, incluso el Xavier y Magneto del futuro. Pero ese metraje descartado no arreglaría las escenas en las que se ha optado más por lo explicativo que lo emotivo, o el hecho de que Lobezno pase de ser el héroe habitual al inicio de la película, a un mero secundario. Un secundario que recupera su lugar protagónico de la saga en los minutos finales con un cierre donde Singer deja ver, a través de los ojos de Jackman, su amor por ese mundo en el que él nos inició y que, como broche final, es estupendo.

Da cosica que una saga que decide aprovechar una de las pequeñas pero más originales historias de los cómics de X-Men, que juega con dos líneas temporales, que propone al destino como el verdadero enemigo, acabe resultando tan tibia y perezosa en algunos momentos clave de su desarrollo. Parece como si, más allá de la idea de partida, no hubieran querido complicarse mucho la vida y darle al público algo fácil de digerir, ligerito y sin tropezones. El puré agradable de un plato que hubiese sido mucho más jugoso con sus matices bien diferenciados y dando cancha a las ideas más complejas a través de sus personajes, convirtiéndose así en el “Inception” de la saga.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 20

Trending Articles